El vecino del quinto tiene un loro, debe de ser un loro porque habla con una espeluznante voz humana. Dice solo dos palabras que son como un aviso, como una sentencia: "Ya amanece" dice el loro y lo repite muchas veces "Ya amanece. Ya amanece. Ya amanece" Lo dice a cualquier hora, y eso me perturba. Sobre todo cuando su reclamo coincide con el atardecer, porque siento que el tiempo discurre al revés
Un mundo doméstico tiene una revolución de calzoncillos y calcetines sin pareja. Un olor de ropa fresca y fruta limpia, de cocina sabia y de manjar absoluto. Una sinfonía de colores abruptos, de risas sinceras y anacolutos. Y caricias sentidas de ese amor sin castigo que a veces arde en la llama de un hogar.