La orden inesperada estalló en mis orejas y en mi frente. Un no, un nunca, vanamente, se murieron en mi lengua, calló mi boca, y obediente yo acepté esa orden de serpiente. ¿Porque dejé de ser yo tan de repente? ¿por qué no dije nunca? ¿Por qué no?
Si cambió no fue por liberarse del sufrimiento o la amargura fue por sentirse amada. El amor devorando su negrura la convirtió en implacable renegada, El amor del otro la hizo amarse y con amor renueva su armadura y defiende el nuevo hogar que la cobija y reniega de la infamia y de ser hija de la sombra, la codicia y la locura.