Lo supe sin saberlo y fue de pronto,
saberlo el alma me atraviesa
y una voz, riéndose traviesa,
me grita: eres el tonto, el tonto.
Y yo pregunto ¿por qué tan tan tonto?
Y la sangre entonces se me espesa,
es a ti y no a mí a quien le interesa,
y yo por seguirte he sido el tonto.
Me habré de conquistar hasta perderte
y convertirme en aquel que habría sido.
Y el día en que por fin despierte
será un día de dicha y alarido,
pues será la libertad. Mala suerte,
el tonto, el tonto, se habrá ido.
el tonto, el tonto, se habrá ido.
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