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Los guardianes del relato no solemos conocernos. Sin embargo, después de lo sucedido, insistí al Círculo sobre mi necesidad de ser relevado. La magia de los guardianes es leve pero indispensable, pues el progreso del relato puede verse interrumpido cuando se retuerce la gramática básica en la que se alimenta. Por ello, el Círculo envió un substituto.

No puedo decir nada malo de él. Tenía una rápida intuición para advertir los meandros del relato. Descubría las formas y no se amilanaba ante los contenidos. El problema vino de su forma de pronunciar las erres, emitía un sonido más parecido a las ges. Un defecto sin importancia en nuestro trabajo, pero que ha cambiado el curso de mi vida.

Cuando ya estaba el traspaso prácticamente completado. El substituto me quiso advertir de que aún faltaban unos minutos para que fuera el momento exacto, según el relato, de mi marcha. Y por ello dijo “Tendgás que espegag. Aún ha de pasag un gato”
Y aquí sigo. Esperando al gato.

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