Alguien, alguien, alguien
responderá a la llamada,
al clamor que se extiende:
al clamor que no acaba;
a la luna creciente
a la hidra enojada.
Alguien, alguien, alguien,
que no sea la muerte,
que no sea la espada.
Alguien que lleve en sus manos
la llama olvidada,
que se apueste su suerte,
que no se muerda la lengua
aunque luego reviente.
El clamor que todos escuchan
pero nadie lo entiende.
La hidra enojada,
la luna creciente.
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