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El plan del azar

“El hombre tiene mil planes pero el azar sólo uno” Mencio



En la filosofía de Lao Tse "lo que es" y "lo que no es" son realidades que se entreligan y dan lugar a los seres, para Leibniz alma y cuerpo están sincronizadas. Los taoístas consideran que “lo que no es” puede ser más significativo para un ser que “lo que es”, como en el caso de una simple olla, donde el vacio es básico, aun “no siendo”. La sincronía preestablecida de Leibniz y la interrelación establecida de los taoístas mantienen una visión dualista que señala un continuo objetivo-subjetivo que compone, junto con el continuo espacio tiempo explicado por los físicos europeos del siglo XX, la realidad.

Por otro lado, las visiones de Confucio y Maquiavelo; aunque son muy distantes en cuanto a la ética, creo que coinciden en la búsqueda del equilibrio y en la importancia de la oportunidad. El primero confía en el órden del cielo, el segundo prefiere el cálculo aunque se resigna ante el poder de la diosa Fortuna. Ambos fundamentan el camino posterior de sus civilizaciones.
Para Confucio, el mundo se asemeja a una orquesta que ejecuta una melodia establecida, pero donde un solista como puede introducir, oportunamente, un sonido propio.

Maquiavelo confía en el cálculo de cada situación y utiliza como guía el interés y el conocimiento de la condición humana. La oportunidad y la fortuna determinan en último caso el devenir de la sociedad. Para Maquiavelo y Confucio la suerte determina el curso político. Sea para desvirtuar o iluminar el orden; sea para desbaratar la voluntad de los príncipes.

La realidad de “lo que no es” (de la mente, de lo virtual) es un continuo objetivo-subjetivo que es relativo en función de la suerte (Suerte=Verdad/Opinión), como el espacio-tiempo lo es respecto a la velocidad (Velocidad=Espacio/Tiempo).
La definición de suerte correspondería a la cantidad de verdad operativa que se considera objetiva dividida por las opiniones subjetivas que se manejan en el sistema. Un sistema tendrá más suerte mientras mayor sean los puntos comunes y menos las opiniones discrepantes.
La suerte se convierte en un absoluto del sistema, de hecho el único pues determina el movimiento evolutivo. Es decir, la suerte determina lo verdadero.
Cualquier método que favorezca el consenso en un grupo aumentará su suerte, pero el consenso de un grupo puede generar el de otro antagonista. Para que la suerte sea efectiva en el plano evolutivo-transformador ha de desarrollarse en un ámbito no competitivo pero objetivamente adverso. Es decir, dentro del grupo ha de haber consenso, no deben existir antagonistas con una opción competitiva igualmente consensuada y deben existir dificultades objetivas que amenazan la supervivencia del grupo.
Si existen grupos diferenciados pero no antagónicos cada uno se transforma en función de sus propias dificultades pero el sistema global carece de suerte. Si hay dos o más grupos antagónicos se pueden dar soluciones de competencia, dominación ocolaboración.
La competencia no es transformadora ni evolutiva, en contra de lo que se suele creer sino que tiende a la estagnación y a la creación de status quo. En un sistema de competencia la suerte desaparece del al ser inversamente proporcional al número de opiniones, igual que en el caso de grupos no antagónicos.
La dominación carece de suerte pues aunque mantenga un pensamiento único sólo lo hace en apariencia, existe una opinión oficial y ninguna verdad consensuada.
Sólo en los sistemas colaborativos se alcanza el tipo de consenso sólido suficiente para generar la suerte que hace posible una transformación de la realidad.
Para organizar un sistema de forma colaborativa hay que evitar sistemas de especialización, en los que las ideas se desarrollen sin interconectarse. También, hay que evitar sistemas de dominación donde haya argumentos que puedan ser prohibidos o impuestos. Tambien, hay que evitar sistemas de competencia pues eliminan ideas que pudieran haber sido valiosas en otra circunstancia.
Sin embargo, sin jerarquía, especialización ni competencia no hay sistema que funcione, ni aun en la Naturaleza. Se entiende que la colaboración aparece a pesar de la especialización en la medida que exista suficiente comunicación, en la dominación en tanto exista consentimiento y en la competencia en tanto que en ella va implícita un intercambio. En la Naturaleza ese nivel colaborativo es suficiente. En los sistemas humanos no.
Las respuestas de los elementos de un ecosistema natural no superan los límites de éste y son los cambios del medio los que generan el azar. Y éste quien transforma. Los sistemas artificiales dotados de autoconocimiento se imponen al medio y si no generan suerte de forma deliberada, la que surge de forma normal en los procesos de especialización, dominación y competencia no es suficiente, pues el azar proveniente del medio no suma, pues juega a favor de los ecosistemas naturales pero no de los artificiales.
Los seres humanos  pueden optar, pues por dos estrategias:
— volver a los límites de la Naturaleza, dando preponderancia a su realidad material y esperando que el azar del ecosistema natural actúe como elemento evolutivo.
— escapar a un mundo virtual, dando preponderancia a su realidad mental.

Los sistemas de comunicación informáticos permiten esa segunda opción en la medida que su existencia la hace posible y también porque estos sistemas, al actuar por encima de las capacidades humanas y por su funcionamiento programado ponen un límite insuperable al sistema. Así, el ecoentorno artificial igual que los ecosistemas naturales está sujeto a cambios azarosos que sí sumarán suerte al sistema mental humano. Y darán lugar a una transformación de la realidad mental.
De esas dos estrategias resultará una nueva especie material y mentalmente transformada.


  

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