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Hasta las moscas pagan

Sé que dirás que soy un mojón
pero como un Quevedo provinciano
seré un mojón sí,
pero un mojón enamorado.
Me mantengo en mi espera
en Barcelona, no me voy,
porque ha de saldar la deuda
que contrajo conmigo
cuando mi lengua afilada
y mi arrojo de loco
nos salvo de la nada.
Aquí estoy, y exigo el pago
y no tolero más la indiferencia
que de lo que de cierto hay ya decidí
lo que prefiero para mí.
La deuda es trascendental
ni si se unen el bien y el mal
alcanzan hasta el total.
No importa lo que hagan
hasta las moscas pagan.
Y aquí estoy sí
un mojón con frenesí.

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