Colores diminutos,
desdichas infinitas,
y el remedio, como el sueño, no puede administrarse
porque surge,
cosiendo heridas,
dejando cicatrices de incómodos rasguños,
sumergiendo con su cómplice el olvido
ese dolor imposible,
ese que nunca ha existido.
Cuando surge el amor aparece
un terremoto de locura.
Y al despertar,
el dolor y el sueño ya se han ido,
y es amor el amor y es olvido el olvido
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