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Érase una vez

 

Érase una vez un joven que estudiaba canto y que disfrutaba al ver la emoción que su voz producía en quienes le escuchaban. Un día apareció ante él un ser espectral, que no era otro que el diablo, y le aseguró que podía concederle cualquier deseo que pidiese. El muchacho sin pensárselo mucho dijo que quería ser el mejor cantante del mundo, aunque, en su fuero interno lo que deseaba saber que hacía que las buenas personas tomaran caminos equivocados, pues había visto perderse a buenos amigos. El diablo le dijo que su deseo estaría cumplido en cuanto despertase, al día siguiente.

Cuando el joven despertó, la humanidad entera había desaparecido de la faz de la Tierra. Desesperado se dirigió al lugar donde había encontrado al demonio, y lo encontró, esperándolo, con una sonrisa burlona.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho? ¿Dónde está la gente?- le espetó, angustiado, el muchacho.

- No he encontrado otro modo de cumplir tu deseo – respondió, sarcástico, el maligno – pues sólo siendo el único ser vivo serás el mejor en cualquier cosa, ya que decidir quién es el mejor es una cuestión de opinión. Si la única opinión es la tuya…asunto resuelto. Todos están muertos

El joven pensó con rapidez  algún argumento, pero temía la sagacidad de aquel  ser tan taimado, pero viendo que difícilmente podrían empeorarse las cosas decidió desafiarlo.

-No eres más que un idiota, diablejo, el mejor modo de cumplir mi deseo era no hacer nada, pues ya era el mejor cantante del mundo. Cuando pedí ese deseo sólo me burlaba de ti, pidiendo lo que ya tenía, pues te tomé por un tonto, y bien se ve que acerté de pleno. Ya estás devolviendo la gente al mundo pues no has hecho otra cosa que el ridículo.

Al oír aquello, el diablo montó en cólera, y miles de improperios salieron de su boca y escupitajos de fuego. Sin embargo, hizo lo que el chico le exigía y la humanidad regresó. El diablo, no obstante, le dijo que ahora el mundo entero, merced a la magia, podría escucharle, y que si no le consideraban el mejor cantante del mundo volverían a morir.

Entonces el muchacho se puso a reír y le dijo al diablo que cuando decidiera cantar ya le avisaría y que se fuera con viento fresco.

El diablo entonces, repentinamente, se transformó en un ser angelical y dijo:

Con tu inteligencia has resuelto el mal, pero tu orgullo y tu afán de reconocimiento te han llevado a él. Así pues ¿Qué debes evitar?

El joven pensó un momento y respondió, al tiempo que se iba

-Las malas compañías.

 

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